Llevo días pensando en lo tortuoso que puede ser para algunos emigrar: salir de tu zona de confort, alejarte de tu familia, tu casa, amigos, rutinas y un largo etcétera; sólo para buscar una mejor calidad de vida. Aunado a esto, también tienes que adaptarte a un nuevo país, nuevas reglas, nuevas personas, nuevas palabras y demás; al final, no es un trabajo fácil, pero terminas adaptándote. Probablemente este miedo sea algún instinto primitivo de cuando los humanos aún vivíamos en cavernas hablándome al oído, diciéndome que lo desconocido es igual a “peligro”.
Al momento de salir de mi país, pasé por muchos miedos y ansiedades que me carcomían por dentro. Para ponerlos un poco más en contexto, cuando me fui había una situación muy tensa: protestas, secuestros, asesinatos y todo solo por tu ideología política; incluso salí a manifestar a escondidas para evitar que me “rastrearan” y poner en peligro a mis familiares y amigos (a día de hoy, pocos saben de esto y probablemente se enteren leyendo este post). Lamentablemente, mis únicos testigos son el tipo al que le rompieron las piernas para llevárselo preso y el que me auxilió cuando no soportaba el gas lacrimógeno.
Una vez que emigré, sentí impotencia por no haber hecho lo suficiente para que esta situación acabara. Mis amigos quedaron encerrados en ese país y no podía hacer nada si se los llevaban presos… ¿Y si morían en un hospital por la falta de suplementos? ¿Y si nunca los vuelvo a ver? Probablemente ni siquiera pueda ver a mi madre morir, ni siquiera podré enterrar a mis padres. Mientras más pensaba, más noticias llegaban sobre los secuestros, fue horrible.
Después de varios días, todo se calmó y el país volvió a un estado de “normalidad” (a pesar de no haber expulsado al gobierno, callaron nuestras voces y el pueblo se resignó nuevamente). Fui a terapia por este y otros temas, y luego de conversarlo mucho, llegué a la conclusión de que necesitaba volver para cerrar una especie de “ciclo” que me estaba matando (de igual manera, tuve que regresar por problemas legales, lo cual me sirvió como excusa conmigo mismo). A fin de cuentas, ¿por qué volver a un país en el que corres peligro en todo momento?
Al estar fuera por tanto tiempo, caes en cuenta de lo atrasado que puede llegar a estar tu país, tanto social como tecnológicamente hablando. Ahora que estoy de regreso y pude concretar todo lo que necesitaba para estar en paz conmigo mismo, me encuentro planificando mi salida definitiva en busca de algo mejor.
Nadie te habla de lo complicado que puede ser esto; necesitas experimentarlo para conocer el sentimiento. Nadie te habla de la presión que puedes llegar a recibir para que te quedes en otro país que no es el tuyo, esa presión que evidentemente no viene con malicia porque, a fin de cuentas, ¿quién en su sano juicio volvería a correr el riesgo de ser secuestrado por el gobierno? A su vez, nadie te habla tampoco de cómo cambias tu manera de pensar y te das cuenta de que hay amistades que simplemente ya no conectan bien contigo, amistades que pensaste que serían para siempre por lo larga que fue su relación… Nadie te habla de como tu propia gente te rechaza porque los “abandonaste”. (Es bastante deprimente esto último.)
A pesar de todo esto, terminas adaptándote a lo que será tu nuevo entorno, conoces nuevas personas que serán tus mejores amigos en esta nueva etapa y reconectas con una parte de ti que no sabías que estaba allí.
Algo que me ayudó mucho fue el amor; suena chistoso, lo sé, pero realmente el amor nos hace sentir vivos y nos mantiene a flote como sociedad. No me refiero a un amor romántico o a alguna pareja, sino a saber apreciar la belleza hasta en lo más mínimo y, por sobre todo, a amarte a ti mismo hasta explotar.
A lo que quiero llegar es que, si estás pasando por algo mínimamente similar, NO tengas miedo. Si tu entorno te hace sentir mal, sal de ahí. Si vivimos con miedo, nunca conoceremos lo grande que es el mundo y las maravillas que tiene para ofrecer. Pronto estarás de vuelta en casa cuando la marea haya bajado y el opresor se haya ido; nunca vendas tus derechos por un falso confort.
Gracias por leer. (Pensaba dejarlo en borradores pero luego de conversar con un amigo me ví en la necesidad de publicarlo.)